You are here

Desde la Espiritualidad, ¡LA LUCHA DE LOS PUEBLOS!

Español

Doj-Noj, el Altar Maya se prepara. Todos los ingredientes están listos para la conexión con el nawal Kawoq. Los guías espirituales conocidos como Aj’kij han llegado desde muy temprano, mientras los asistentes al IPHU, algunos inquietos, otros con las expectativas del ritual que pronto dará inicio, pero alegres y sonrientes, se saludan y se ubican en torno al círculo de piedra que desde ya, se transforma en el centro de un espacio sagrado regentado por el Fuego.

Una a una se deposita las ofrendas que serán consumidas por la danza de Xaml. Son el copal y el ocote, el incienso y la panela, las flores, las  frutas y los granos, la albahaca, el romero y la miel, divididos en segmentos que orientan cuatro líneas direccionadas: la una hacia el oriente, por donde nacerá el sol; en su extremo opuesto, el occidente, con el reino de la noche; el norte en donde sopla el viento y el sur con el nacimiento del agua. Se distribuyen igualmente los colores que corresponden a los cuatro lados del mundo, pero el círculo abraza el Universo.

Ya con el fuego encendido, se inicia el ritual que invoca las energías del cosmos y las distribuyen entre los presentes. Todo apunta al entendimiento del ser humano y su profunda relación con la Tierra, las plantas, los animales, el agua. Desde nuestro silencio cómplice con los demás, reflexiono:

¿Con cuanta ignorancia de espíritu llegaron los invasores, hace más de 500 años hasta estas tierras, que no fueron capaces de comprender la riqueza y profundidad de este tipo de mensajes llenos de vitalidad y alegría? Mientras ellos, ávidos de oro, sólo pudieron imponer el imperio de la barbarie con sabor a muerte y dolor.

Igualmente, resulta urgente darle otro contenido a la palabra “sagrado”, pues no se trata de una simple noción religiosa, sino al contrario, de una categoría de enseñanza primordial y compenetración de nuestro ser y los demás, con la unidad de todo aquello que nos rodea y le da sentido a la existencia misma.

De suerte que la lucha de los pueblos, no sólo originarios, pues le compete a la humanidad entera el combate a las injusticias e inequidades sociales, debe pasar en este nuevo milenio por la práctica de una espiritualidad militante que explique y practique las claves del buen vivir, cuya esencia está llena de principios básicos y el saber compartir. Así, la construcción de una nueva sociedad comprometida con la vida, no será el simple discurso o acciones inútiles que desangre a los más pobres, puesto que llevará como norma general el respeto y la comprensión de las diversidades, tal como ocurre con los componentes del Altar Maya, contenidos en un solo cuerpo al que le abraza el círculo.

En esta mañana, algo golpeó las profundidades de nuestro entendimiento. Las aves nunca dejaron de acompañarnos con su canto, el viento refrescó la temperatura encendida por el fuego sagrado. Así comenzó un nuevo día cargado de sueños y expectativas.

¡La energía nos fue dada!

Nos toca ahora a nosotros caminar y atraparle a la muerte, antes de que ella nos devore sin haber realizado nuestros compromisos.

Chimaltenango, 15 de abril del 2010

Jaime Idrovo Uriguen
EQUIPO  COMUNICÁNDONOS

publicación: