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Territorios étnicos, nacionales y globalización

Español

De hecho el planeta Tierra se hizo delimitado por las condiciones naturales de su propia formación. Los continentes tenían como límite las aguas de los océanos; el paisaje era una vasta extensión apenas interrumpida por cordilleras emergentes, cadenas de volcanes humeantes y tormentas sin fin; de ello,  ya han pasado muchos millones de años.

Lo que significa que los territorios y la composición de las fronteras étnicas, hecho ocurrido hace sólo unos pocos miles de años, no ocupa más de unos pocos segundos en el tiempo geológico, que se lee entre estratos y gargantas profundas, erosionadas por el paso del viento y el agua.

Luego se organizaron los imperios. Las incipientes delimitaciones nacionales comenzaron a perderse, absorbidas por las ansias de riquezas que mantenían fastuosos reinos y cortes imperiales, seguidos últimamente por los imperialismos modernos con sus multinacionales, trusts, corporaciones, etc.

Se entiende por ello que los límites impuestos en guerras fratricidas que han enfrentado en los últimos siglos a pueblos contra pueblos hermanos, a fin de generar las estrategias que permiten la dominación y la explotación de los recursos humanos y las personas, una vez dibujadas las nuevas fronteras trazadas “a regla”; es decir, cortados los territorios étnicos y la lógica de las unidades ecológicas, sólo sirvieron de pretexto para la defensa de sus propios intereses, siendo violentadas cada vez que las circunstancias lo han exigido y, sin importar la vida en su conjunto, ni todo cuanto ella representa.

Demencia y perversidad son las palabras que pueden calificar a los que se alimentan del dolor humano, en particular, de aquel de quienes menos tienen, pero que son dueños de lo más preciado: la tierra que les alimenta y permite su reproducción social. Sin embargo estos calificativos se esconden en conceptos como democracia, libertad y otros tantos que nadie entiende, pero que sirven para atropellar cínicamente el derecho de los demás, encerrados entre las fronteras aparentemente inviolables de los estados que aceptan la dependencia.

Igualmente se inventaron religiones y legislaciones que permiten a las oligarquías locales, lavarse las manos cuando es necesario, o utilizar sus letanías para drogar a quienes han perdido el norte de la identidad y el futuro. En todo caso todo funciona de maravillas: los amos se pasean por el patio trasero dando órdenes y disponiendo del subsuelo, del agua, de los campos y naturalmente de las personas que en ellos se hacen y construyen los sueños. Casa adentro, los mayordomos cuidan los intereses del imperio con fuerzas del orden represivo, dispuestas a atacar y destruir con el máximo de crueldad cualquier intento de rebeldía.

Conclusión: las fronteras que dividen a los pueblos sólo sirven para la dominación. Por lo mismo, si desde afuera se organiza el mundo de la explotación y la muerte, desde adentro debe igualmente organizarse el universo de las transparencias sociales, cuya base histórica y cultural nos enseña la articulación de territorios con una lógica natural y también de aprovechamiento racional y complementariedades.

Esto es, en la base de los años que vienen, duros, o quizá incluso más duros de los que hemos soportado hasta ahora, queda como elemento clave de supervivencia de lucha por la reconstrucción de los territorios étnicos y culturales, sin fronteras medidas a centímetro, pero con áreas de integración que permitan la permeabilidad de un mundo que debe ser uno sólo, pero no globalizado para el beneficio de pocos.

La mayor pista para conseguir este objetivo está en la historia de los pueblos vista y leída por ellos mismos. Además, la comprensión de un mundo en permanente movimiento, pero que visto desde los cambios ocurridos en los últimos siglos, debe integrar al mestizaje como pieza también clave de la sociedad que buscamos construir. Porque en el fondo, la Tierra con su fuerza nos propone sin absorbernos. Nos presenta sus reglas de juego pero no nos subordina como si fuéramos seres autómatas. Nos enamora con su magia, antes que dejarnos sin respuestas. 

Chimaltenango, 20 de abril de 2010

Jaime Idrovo Urigüen
EQUIPO  COMUNICÁNDONOS

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