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Las diferencias y la salud

Las diferencias y la salud
Posted August 22nd, 2007 by David Legge
Antecedentes
Bajo este encabezado examinamos una serie de problemas, análisis y estrategias que contienen distintos tipos de “diferencias”: género, clase, raza/origen étnico, casta, preferencias sexuales, capacidades, religión, etc. En concreto, se abordan las relaciones de poder que atraviesan las diferencias en las relaciones de género, raza, clase, etc.
Las “relaciones de poder que atraviesan las diferencias” enfrentan a los activistas con frecuencia y de muchas maneras distintas. Éstas contribuyen a gran parte de los obstáculos más conocidos que impiden la salud para todos; a muchas de las dinámicas más fuertes de desigualdad económica, incluyendo la globalización. De ahí que el desarrollo de otros tipos de relaciones a través de las diferencias (relaciones de comunicación, respeto y afecto) sean elementos necesarios en la práctica de los activistas.
Nuestra manera de pensar y relacionarnos a través de las diferencias de género, clase y raza es de importancia vital para que nuestras prácticas de activistas sean eficaces, tanto nuestras relaciones con los compañeros en el movimiento como nuestras estrategias para fortalecer el movimiento y sus campañas y labor de incidencia.
Con este tema nos proponemos investigar los posibles marcos de pensamiento acerca de las “relaciones a través de las diferencias” en lo que respecta a la reproducción de barreras para la salud de todos y reflexionar sobre nuestras propias prácticas en estas “relaciones a través de las diferencias”.
Marcos de pensamiento acerca de las relaciones a través de las diferencias
Iniciamos esta discusión con la atención centrada en el tema de género y no porque éste sea el eje más importante de las diferencias (aun cuando en muchas circunstancias sí lo es) sino porque las diferencias a través de las relaciones de género indican un marco de análisis y estrategia que quizá se pueda aplicar más ampliamente. Por eso es que introducimos, en particular, la tríada de ideología, estructura y práctica como marco analítico que aclare de qué manera se reproducen las relaciones de género (y cómo se pueden cambiar), aunque éste sea un marco que también puede ser muy útil en el análisis de clase, raza y otros ejes de diferencias.
Género
El patriarcado (literalmente “cuando los hombres gobiernan a las mujeres”) es un peligro para la salud tanto de mujeres como niños y quizá también de los hombres. Los altos índices de mortalidad materna que experimentan las sociedades muy patriarcales es uno de los ejemplos más crudos. La teoría feminista ofrece muchas maneras de ver el patriarcado. Una de las percepciones clave se basa en las formas en que la ideología del patriarcado interactúa con normas de conducta interpersonal y con estructuras y prácticas institucionales establecidas. Las suposiciones ideológicas acerca de las relaciones de género aceptan como algo natural los patrones de relaciones interpersonales basados en la desigualdad y la opresión; las relaciones interpersonales desiguales refuerzan una estructura institucional basada en una concepción natural de la desigualdad.
La teoría feminista también ha planteado nuevas percepciones sobre cómo concebimos las diferencias de una manera más amplia. Nos advierte que la movilización alrededor de una identidad única compartida (género) puede hacer invisibles los ejes transversales de las diferencias como raza o preferencia sexual, y puede reproducir relaciones de opresión a través de estas divisiones.
El Movimiento de Mujeres ha investigado numerosas estrategias distintas para enfrentar el patriarcado con varios grados de éxito. Entre estas estrategias están las reformas electorales y legislativas (sufragistas, igualdad de oportunidades); acciones colectivas a nivel interpersonal (sin utilizar un lenguaje sexista) y cuestionamientos al poder de la ideología (“concientización”). Hay mucho qué aprender de los éxitos y los desencantos.
Pobreza
Las consecuencias de la pobreza, la exclusión y la opresión para la salud son bien conocidas, como los ejemplos de los peligros para la salud que enfrentan los inmigrantes rurales, marginados en las grandes ciudades del Tercer Mundo (México, Beijing, Mumbai, Río). Contamos con una serie de marcos de análisis para reflexionar acerca de este tipo de pobreza:
• los pequeños productores frente a los productores de Europa, Japón y EEUU;
• los pequeños agricultores de subsistencia frente a los terratenientes y agroexportadores locales, y los intermediarios;
• los intereses rurales frente a los exportadores de la ciudad;
• la clase trabajadora frente a los propietarios y gerentes de capital, y
• el imperialismo y el ejército de reserva de desempleados en tiempos de “sobreproducción”.
Hay paralelos entre algunos de estos análisis y el del patriarcado más arriba, sobre todo en cuanto a las interacciones entre ideología, estructuras institucionales y normas de conducta interpersonal. Estos paralelos son de lo más útiles en lo que respecta a las confrontaciones clásicas entre los trabajadores y el capital; se sustentan en una ideología que acepta como naturales las relaciones institucionales de explotación, las cuales se rigen por normas desiguales de conducta. Es evidente que las crecientes diferenciales de ingresos en el mundo rico (salarios ejecutivos obscenos al lado de prácticas antisindicales) concuerdan con este análisis. Sin embargo, la reproducción de la pobreza y desigualdad en las ciudades del Tercer Mundo no se explica por completo como consecuencia del antagonismo directo entre los trabajadores y el capital. Como se observa en la lista de contradicciones más arriba, hay una serie de diferentes dinámicas que contribuyen a la marginación y la pobreza en estos entornos. La situación se vuelve mucho más compleja cuando las dinámicas coexistentes de las relaciones desiguales de género y de raza son temas transversales de estos análisis más que nada económicos.
El costo que tienen las desigualdades económicas y la marginación social y económica son enormes. Se mide en términos de hambre y obesidad, violencia y consumo de drogas, hipertensión y tuberculosis, SIDA y paperas.
Las estrategias tradicionales relacionadas con el movimiento obrero y sus luchas contra la clase capitalista incluyen la organización de los trabajadores para que la amenaza de retirarse sea más creíble y un compromiso ideológico para cuestionar mitos como “no hay otra alternativa”. Sin embargo, la globalización ha complicado esta serie de estrategias por la competencia entre trabajadores (y tasas salariales) de distintos países y regiones, y un ejército de reserva de desempleados del cual echar mano cuando el capital decida cambiar su proceso de mano de obra intensiva.
Una de las debilidades históricas del movimiento obrero ha sido que sólo se ha centrado en las relaciones económicas y la opresión y explotación que se ejercen de una clase a otra. Esta debilidad se ha visto acompañada por cierta ceguera frente a las dinámicas coexistentes de las relaciones desiguales de género, las de raza y las imperiales.
Raza
Las relaciones de raza, al igual que las que atraviesan el origen étnico, las tribus y castas, pueden ser la fuente de un rico multiculturalismo, pero han sido más bien la causa de divisiones, exclusión y violencia. En muchos entornos es difícil separar los retos contemporáneos en las relaciones raciales y las historias de la colonización (esclavitud y desposeimiento) e imperialismo (y la apropiación forzosa del valor). El racismo es un concepto necesario que guarda estrechas semejanzas con el patriarcado como se describe más arriba. El racismo incorpora la tríada de ideología, estructuras institucionales y normas de conducta interpersonal que se refuerzan mutuamente. La ideología (de la superioridad racial) respalda y se apoya en las estructuras institucionales y se reproduce en los patrones establecidos de relaciones interpersonales, mientras que las estructuras y las normas de conducta se reproducen entre sí.
El racismo es un potente peligro para la salud que influye de distintas maneras. En muchos países, la desigualdad social está alineada muy de cerca con la desigualdad económica, que se sustenta en el racismo. En este aspecto, los peligros que plantea el racismo para la salud son los de la pobreza y la explotación. Sin embargo, el racismo también influye de maneras menos obvias por medio de un flujo constante de acusaciones sutiles de incompetencia y vergüenza interna. Si bien las consecuencias económicas pueden manifestarse a través de la pobreza y el hambre, las de orden psicológico contribuyen a la hipertensión, la obesidad, la violencia y el consumo de drogas.
Los teóricos del racismo (y del “poscolonialismo”) han profundizado la tríada de ideología, estructuras y conductas. Destacan la importancia de los estereotipos en la reproducción de las conductas e ideologías (y las estructuras) y de las prácticas de comunicación para dejar atrás esos estereotipos. Estas percepciones son potentes indicios de formas prácticas en las que lo político puede ser personal. Así como el movimiento de mujeres introdujo el concepto de “grupos de concientización” para ayudar a las mujeres (y algunos hombres) a cuestionar las ideologías patriarcales, los teóricos postcoloniales han destacado los retos de escuchar más allá de los estereotipos.
La importancia estratégica de “escuchar más allá de los estereotipos” rebasa las relaciones de raza; también es pertinente a la marginación de personas con discapacidades y la discriminación de las personas que no son heterosexuales. Asimismo, se relaciona con las luchas contra el patriarcado y la explotación económica.
Religión
Por último, analizamos brevemente la religión. Ésta ofrece respuestas a muchas preguntas profundas acerca del significado de ser humano en este mundo. No obstante, las tensiones entre límites religiosos se han relacionado con la exclusión económica, la violencia comunal y la agresión nacional. La religión suele figurar de una manera prominente en el contenido de las ideologías que aceptan la violencia como algo natural, y las instituciones religiosas desempeñan un papel firme en la promoción de estas ideologías. No obstante, las personas que son adeptas a estas tradiciones religiosas se mantienen fieles por la orientación y las instrucciones que reciben de las enseñanzas religiosas. La religión domina la forma como las personas se ven a sí mismas pero también sugiere estereotipos, de manera que sirve como una bandera que revela todo acerca de la persona.
Objetivos de aprendizaje
Los participantes tendrán:
o un rango más amplio de marcos conceptuales para reflexionar acerca de la identidad y las diferencias en las relaciones sociales y, en particular, en relación con la determinación de las posibilidades de salud de las personas y la dirección del cambio social y las normas de prácticas organizativas;
o un conocimiento claro de los vínculos que se refuerzan mutuamente entre ideología, estructuras institucionales y prácticas interpersonales, y mantienen la desigualdad entre los distintos ejes de diferencia (género, raza, clase, casta, etc.), y lo que implica este marco conceptual para el desarrollo de la estrategia y la práctica;
o una mayor capacidad de reflexión sobre sus propias suposiciones, actitudes y prácticas en relación con los “otros” que son “diferentes”; al igual que sobre la cultura y las normas de las organizaciones a las que pertenecen;
o una amplia gama de opciones estratégicas de organización local, nacional y global con el fin de abordar las consecuencias de las relaciones desiguales de género, clase, raza y casta, entre otras, para la salud.
Preguntas para discusión sobre las prácticas de los activistas
¿Cuál es el papel de la teoría en el desarrollo de nuestras prácticas?
• crear un lenguaje que nos inspire al reflexionar sobre los retos políticos y para la salud que enfrentamos;
• analizar el papel de las relaciones de género, clase y raza, o casta en un tema particular (identificar la tríada de “ideología”, “estructuras” y “normas”); trascender marcos analíticos específicos – género o clase, o raza – y reflexionar sobre las maneras de interactuar en una relación cuando se trate de un tema o campaña en particular;
• identificar y delinear el papel del sexismo, racismo, discriminación contra la discapacidad, etc. como determinantes de la salud;
• crear un lenguaje para reflexionar sobre nuestras propias prácticas, sobre nuestras propias suposiciones y nuestras formas de relacionarnos con personas diferentes (incluso en el MSP).
¿Cuáles son las implicaciones de las relaciones de género, clase y casta para entender la mortalidad materna en Asia del sur? ¿Cuáles son las implicaciones de un análisis así para las estrategias de política?
¿Cómo llegar a “otros” públicos, otras comunidades que no sean “aliados naturales” de MSP en el sentido de que pueden estar en desacuerdo con muchas de nuestras suposiciones y quizá apoyar políticas de las que somos críticos?
¿Podemos incorporar la “concientización” a nuestras prácticas cotidianas? ¿Cómo podemos desarrollar nuestra capacidad para reflexionar sobre las formas en que los estereotipos influyen en nuestra forma de pensar? ¿Cómo podemos desarrollar nuestras habilidades para escuchar más allá de los estereotipos?
¿Cuál es el papel de la práctica en el desarrollo de nuestra teoría? La investigación-acción participativa proporciona un marco de reflexión sistemática sobre las implicaciones de nuestras experiencias para nuestra teoría.
¿Hay una “realidad” más allá de la “ideología”? ¿O es la ideología tan sólo otra manera de hablar sobre distintas maneras de ver el mundo? ¿Hay formas “no ideológicas” de ver el mundo en las que no influyan las relaciones de poder de las estructuras institucionales y las relaciones interpersonales?
Presentación
Working across difference (Laura Turiano en Savar, noviembre de 2007)
Otros temas de este módulo
Género y salud
Leticia Artiles, Debora Tajer, David Legge, Laura Turiano y Dorothy Broom contribuyeron al desarrollo de este tema.
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